lunes, 14 de noviembre de 2011

SEXTA ENTRADA

Corregida

Ese lunes me levanté con nuevos bríos. ¡Era increíble!; Nadie me molestaría. Desayune a toda prisa; un sorbo de leche, una mordida a mi pan de dulce, dos cucharadas de cereal. No me hacía falta nada. Finalmente, estaba satisfecha más que física emocionalmente (el estado de derecho existía). Estaba protegida como ciudadana de la República Mexicana. Nuestras leyes eran maravillosas.

La felicidad inicial del día  me duró muy poco. En la entrada del metro El Rosario, había un retén integrado por un grupo de  policías del D.F.  Eran del grupo táctico especial. Uno de ellos se acercó a mí, y sin decirme absolutamente nada; me tomo del brazo derecho y prácticamente me arrastro hacía un pequeño módulo improvisado en las instalaciones del metro. Me dijo que me desnudara para revisarme. Muy espantada le dije que yo no había hecho nada, que por qué me había detenido y llevado a ese lugar. El, solo me contesto: "Tengo órdenes de detener a toda la gentuza como tu; ¿de qué pueblo eres chilanga?"

Al no obtener respuesta nuevamente me jaloneo, pero esta vez, del brazo izquierdo.  Puso especial atención al distintivo amarillo -que ya portaba yo ese día-, y en tono burlón pregunto a uno de sus compañeros: ¿Que significa VZ?. El otro policía le contesto: "Veracruz, la pollita es del Estado de Veracruz". El hombre que me tenía del brazo, me tomó por la cintura y repegó su cuerpo al mío; al tiempo que lo frotaba me dijo al oído: "¿Es cierto chilanguita que las jarochas son intensas?". 

Para ese momento yo sentía que me iba a desmayar por el miedo que sentía. Estaba realmente aterrada. percibía los acelerados latidos del corazón de ese enorme policía como si fuera el mío, dada su cercanía y la forma en me estrujaba. Su voz empezó a temblar, y solo escuche balbuceos que me hacían temer que en cualquier momento me arrancaría la ropa y brincaría sobre de mí.

Un grito hizo que el oficial me soltara bruscamente. "¿Qué es lo que está pasando aquí sargento?, ¿Quién es esta señorita?, ¿por qué no  está usted en su puesto?". Era una mujer joven la que  gritaba . No tenía arriba de 40 años. Iba impecablemente uniformada. Lucía diferentes insignias en su casaca, por eso, intuí que era una oficial de alto rango. El policía con voz aún más temblorosa, no atinaba a decir palabra. Únicamente se cuadró ante su superior. 

La mujer inquirió nuevamente: "Que demonios está pasando sargento?". El policía contesto: "Traje a esta damita para una inspección de rutina mi sargento. Es una chilanga y andaba haciendo desmanes en los andenes. Eso no es cierto, grite de inmediato ya con lágrimas en los ojos. Este hombre me quería violar. Me trajo casi a rastras a esta oficina.

Mi voz se entrecortaba.  Era difícil darme a entender. La mujer policía solamente me dijo: "¿Quiere levantar cargos contra el Sargento?" Moví la cabeza haciendo una negación. Ella se hizo a un lado y extendiendo levemente su brazo izquierdo me indicó la salida. 

Salí corriendo de ese lugar sin voltear. Aborde el primer vagón que tuve a mi vista. Me fui con un amargo sabor en la boca - el sabor del desencanto-, pues me había dado cuenta que el distintivo que traía en mi brazo, más que protegerme, me señalaba y hacía blanco fácil de los radicales antichilangos.

Durante mi trayecto, de casi cuarenta minutos, noté que nadie se había sentado junto a mí no obstante de que el lugar iba desocupado. Las personas observaban con insistencia el distintivo en mi brazo, pero nadie decía o hacía nada. Me levante al llegar a mi destino para salir del vagón , y como por arte de magia  las personas que estaban paradas, me abrieron camino.

Todos evitaban siquiera rozarme. Alguien, de manera "accidental" me puso el píe enfrente y casi caigo al suelo. Me alcance a sostener de una niña; su madre la jaló inmediatamente y la escuche decirle: "Es una chilanga, no dejes que te toque. Esa gente es mala; mataron a muchas personas del gobierno.

La pequeña me miró como si fuera yo el peor monstruo que hubiera tenido en sus pesadillas. De inmediato se abrazó a su madre, y, sin dejar de verme (la madre con desprecio y la pequeña con terror), se alejaron a toda prisa. Yo estaba más espantada que ellas dos; salí corriendo del metro.

Me sente en las escaleras del puente peatonal. Prendí un cigarrillo. Al Estar viendo los autos pasar a toda prisa sobre la avenida insurgentes. Reflexione en todo lo que acababa de vivir;  Entendí que el destino me había alcanzado.
  

1 comentario:

  1. Compañera, tu entrada es buena, tanto en escritura como en redacción, solo te aconsejaría que pongas más énfasis a la hora de poner tus comillas. Note que en la mayoría de ocasiones que usas comillas no las sueles cerrar: “Es una chilanga, no dejes (…) a muchas personas del gobierno. En esta proposición no cierras las comillas en tu blog. Bueno espero que te sirva de algo este comentario, y bueno fuera de eso, tu blog es excelente .sigue así.

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